Domingo 23 de octubre (ECLES 35:12-14, 16-18, 2 TM 4:6-8, 16-18, LUCAS 18:9-14)
Mi nieta nació la mañana que escribí esto. El Internet me permite maravillarme con Gracie a través de las fotografías tomadas por mi esposa y a través del Facetime, hasta que seamos, oficialmente, presentados en Navidad.
Gracie tendrá una voz; como cada bebé recién nacido, el gemido será su medio de comunicar sus necesidades y descontentos. Sin embargo, dieciocho años han de pasar, antes de que ella tenga una voz que los funcionarios elegidos puedan escuchar. Hasta entonces, sus padres deberán ser sus defensores.
Ayer por la noche me senté con decenas de católicos y cientos de personas de fe que asistieron a una cena para celebrar el 10 ° Aniversario del Movimiento Interreligioso de Justicia para Inmigrantes (IMIrJ). "La coalición responde activa y públicamente ante el sufrimiento de nuestros hermanos y hermanas inmigrantes en los EE.UU." A menudo, esto significa hablar en su nombre. Hasta que el Congreso apruebe una Reforma Integral de Inmigración, nosotros, los ciudadanos, debemos ser sus voces a través de las papeletas y la defensoría.
El viernes, un centenar de personas marcaron la apertura de la campaña de 40 Días por la Vida, asistiendo a misa en la Iglesia Católica de St. Stephen. Ellos y muchos otros van a esparcirse por las calles para orar y celebrar vigilias pacíficas para ponerle un fin al aborto. Se pararán a rezar en frente de las instalaciones que practican abortos con la esperanza de demostrar su amor, aunque sea a una sola madre que batalla en esta situación; con la esperanza de salvar, aunque sea, a un solo niño por nacer. Debido a que 40 Días por la Vida es un movimiento pacífico y de oración, sus voces serán más silenciosas que la de otros defensores, pero igual de persistente y determinada.
El lunes me senté con Mike Davis, el Director Ejecutivo de los Ministerios Conociéndome. Ministerios Conociéndome trabaja con personas indigentes y este año recibió una subvención por parte de la Campaña Católica para el Desarrollo Humano. Estuvimos conversando acerca de algunos defensores de los indigentes que están proponiendo esta o aquella solución, o una tercera alternativa. Yo cuestioné si estábamos escuchando a los propios indigentes, porque se me ocurrió que estábamos escuchando a muchos de estos defensores de los indigentes– pocos de ellos unificados - pero que nadie estaba organizando a los indigentes en un grupo políticamente activo.
“El Señor no está lejos de sus fieles”, dice el salmista el día de hoy.
Las palabras de Sirach en Eclesiastés brinda esperanza a los pobres: “La oración del humilde atraviesa las nubes, y mientras él no obtiene lo que pide, permanece sin descanso y no desiste, hasta que el Altísimo lo atiende y el justo juez le hace justicia”.
Al abordar la difícil situación de aquellos a nuestro alrededor, estamos realmente viviendo el mensaje de Cristo de amar y servir a los necesitados. Nuestra fe nos llama a ser defensores de la justicia.
Pero seamos realistas, nuestros sistemas y estructuras están en sintonía con las voces del poder. Hasta que el Reino del Dios de los Cielos sea finalmente una realidad en la Tierra, será entonces cuando cantemos en los pasillos del poder. ¡Mientras tanto, debemos cantar en voz alta y alzar nuestras voces para defender los derechos de los demás!
El gran coro de justicia canta por aquellos cuyas voces son silenciadas. En solidaridad, el gran coro de paz y justicia invita a todos aquellos con voces desatinadas, quebrantadas a que se unan al coro. ¡Y todos llamarán la atención!
La defensa o abogacía es la participación activa en el cambio de las estructuras de la sociedad. Los pecados de nuestras estructuras, los cuales San Juan Pablo II llama "pecados sociales", tales como las actitudes de la sociedad ante los migrantes, los pobres, los aún no nacidos, los indigentes y los prisioneros, deben cambiar.
Como defensores debemos unirnos a los sin voz (y en el caso de los no nacidos, por los sin voz). Debemos ser la voz de los sin voz. Como voz tenemos un poder que los sin voz no tienen - somos constituyentes. Votamos. Debemos hablar en nombre de los demás. Debemos cantar en nombre de los demás. Debemos unirnos a los coros de justicia.