NUESTRO PAISAJE CULTURAL Enero 22, 2017 (Is 8:23—9:3; 1 Cor 1:10-13, 17; MT 4:12-23)
Es un tiempo cuando la gente está dividida por sus alianzas a diferentes líderes. Estas no son meras diferencias de opinión. Estas no son divisiones pequeñas. Por el contrario, la comunidad se ha separado por las diferencias fundamentales de elección de un líder sobre otro. El daño resultante son rivalidades donde hay ganadores y hay perdedores.
Estoy describiendo un paisaje de Corinto que hace que San Pablo se ocupe de la situación; Podría perfectamente ser yo quien estuviera describiendo el paisaje político de los Estados Unidos.
Pablo le ofrece a los Corintios una enseñanza alentadora: “yo los exhorto a que se pongan de acuerdo: que no haya divisiones entre ustedes y vivan en perfecta armonía, teniendo la misma manera de pensar y de sentir”.
Los católicos estaban casi igualmente divididos en su elección para Presidente electo. Esta división casi uniforme ejemplifica las diversas visiones políticas que recorren las venas del cuerpo católico. Si bien somos un solo cuerpo -un Cuerpo en Cristo- no somos un bloque de voto, ni debemos serlo. Formamos nuestra conciencia individual para convertirnos en ciudadanos fieles. Esta obligación de por vida, enfatiza la verdad de que nuestra fe y nuestra visión política no son ideologías separadas que podemos compartimentar, o usarlas según sea necesario. ¿Podríamos llamarnos a nosotros mismos "Ciudadanos llenos de Fe?" Por supuesto que podríamos, porque dentro de cada uno de nosotros no puede haber separación entre la iglesia y el estado, sino una obligación de vivir nuestra fe el domingo y todos los días de la semana. Incluso en la política.
Como católicos, con nuestras conciencias formadas, permanecemos “…teniendo la misma manera de pensar y de sentir”. Los detalles pueden ser difíciles pero los principios son no negociables: respeto por la vida y la dignidad humana; Mayordomía de la creación; justicia para los oprimidos; Alimento para el hambriento; protección para el extranjero; hambre y sed de justicia; y un compromiso con el establecimiento de la paz. (Escucharás de nuevo muchas de ellas en las lecturas del próximo domingo).
Hay dos lecciones que podemos aprender de las quejas de muchos acerca de las opciones para el Presidente. Primero, que las elecciones son más que la parte de arriba de la boleta. Otras carreras nos ofrecen una maravillosa selección de candidatos que comprometerán la siguiente parte de sus vidas al servicio público.
En segundo lugar, y lo más importante, mientras que los católicos pudimos habernos retorcido nuestras manos sobre las elecciones para Presidente, porque ninguno de ellos expresa los principios de nuestra fe, podemos y debemos tener una epifanía de que la Ciudadanía Fiel es más que emitir un voto - aunque muy importante – nos deja con las opciones que se nos han dado.
La Ciudadanía Fiel debe ser más que un ejercicio de cada cuatro años para recordarnos nuestras enseñanzas católicas y luego tratar de encajar un candidato cuadrado en el agujero redondo de nuestra fe. Al involucrarnos hoy en la defensa y la política, podemos, eventualmente, cambiar la cultura en donde las posturas de los candidatos estén generalmente alineadas con la Iglesia Católica: el respeto por la vida y la dignidad humana; mayordomía de la creación; justicia para los oprimidos; alimento para el hambriento; protección para el extranjero; hambre y sed de justicia; y un compromiso con el establecimiento de la paz.
Es posible que tengamos diferentes enfoques sobre cómo lograrlo, pero los principios de nuestra fe constituyen el fundamento de nuestra Ciudadanía Fiel. Permanecemos “…teniendo la misma manera de pensar y de sentir”: para edificar el reino de Dios aquí en la tierra.