PERDON Domingo 17 de septiembre (Ec (Sir) 27:30-28:7; ROM 14:7-9; MT 18:21-35)
"Cosas abominables son el rencor y la cólera; sin embargo, el pecador se aferra a ellas " (Ec. (Sir) 27:30). Nunca he sido del tipo de persona que busca venganza si me habían hecho daño. ¿Cuál era el punto (honestamente, yo no era lo suficientemente inteligente como para salirme con la mía)? En vez de buscar venganza, guardé rencor.
A medida que avanzamos en las lecturas de hoy, viajamos a través de una evolución del pensamiento.
El profeta Sirach ofrece una instrucción sencilla de comportamiento: " El Señor se vengará del vengativo
y llevará rigurosa cuenta de sus pecados." (SIR 28: 1). Usamos esta instrucción moral básica con los niños: si haces algo que está mal, entonces serás castigado. Si te portas mal, entonces sufrirás las consecuencias. ¿Cuántos de nosotros seguimos dependiendo de una creencia moral similar cuando llegamos a adultos? Si no me atrapan, ¿está bien seguir falsificando mis impuestos? El tráfico no está pesado; ¿Está bien usar mi teléfono inteligente?
Un consejo ligeramente más avanzado para la conducta moral es lo que cierra la primera lectura: " Ten presentes los mandamientos y no guardes rencor a tu prójimo. Recuerda la alianza del Altísimo y pasa por alto las ofensas". (28: 6-7).
El pacto del Antiguo Testamento fue una prohibición para aquellos tiempos donde el nivel de comprensión de la "justicia" buscaba retribución y la restauración del honor. Jesús fue el nuevo pacto. Jesús esperaba que fuéramos más allá de ojo por ojo y diente por un diente (Mt 5, 38) e ir más allá de "no resistas al mal" (Mt 5, 39). Mientras Sirach nos instruía a no buscar venganza, sino a "perdonar la injusticia de tu prójimo" (28: 2), Jesús espera que vayamos más allá que un solo caso de perdón.
Jesús nos manda perdonar hasta setenta veces (MT 18:22). ¡Setenta veces siete! Nuestra comprensión más profunda sobre lo qué es el comportamiento correcto requiere más de nosotros que solo el hecho de preguntarnos qué hay aquí para mí. Somos llamados a ser misericordiosos, lo cual exige perdón.
San Pablo predicó: "Ninguno de nosotros vive para nosotros ... vivimos para el Señor". Jesús nos enseñó que toda la ley y los profetas dependen de dos mandamientos: amar al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente, y amar a tu prójimo como a ti mismo (Mt 22, 37- 40). Amar al prójimo - perdonar al prójimo - es una manifestación de nuestro amor a Dios y de vivir para el Señor. Esa es la razón fundamental por la que nos comportamos ética, moral y compasivamente.
El Papa Francisco hizo una reflexión sobre el hecho de que todos esperamos misericordia cuando estamos en deuda y que exigimos justicia cuando otros están en deuda con nosotros. Así como los profetas, los santos y el Hijo de Dios contribuyeron a una comprensión más completa de la misericordia, así también ha evolucionado nuestra comprensión de la justicia. La justicia es más que cumplir con los requisitos legales de restauración y retribución. Una justicia equilibrada es legal, ética, moral, compasiva y misericordiosa.
El siervo en la parábola de Jesús no pudo entender esto. Afortunadamente, nosotros tenemos el nuevo pacto para guiarnos