Todo está conectado; todos estamos conectados Somos una comunidad solidaria donde todos deberíamos estar conectados. Estamos destinados a ser interdependientes, una comunidad, una comunidad solidaria. Somos responsables el uno del otro. La vida no es sobre mí; es sobre nosotros.
La vida es también nuestro primer regalo de un Creador infinitamente amoroso. Sólo este hecho proporciona la base de nuestra dignidad humana. La enseñanza Católica reconoce el valor inherente de toda vida humana. Cada uno de nosotros, independientemente de su edad, raza, capacidad física o mental o estado económico, es intrínsecamente valioso. Ninguna etapa de la vida es insignificante. Ninguna etapa es una carga. En cambio, todo está bien, tal y como lo aprendemos en el Génesis cuando, en el sexto día, Dios miró todo lo que había hecho y encontró que todo era muy bueno.
Esta es la razón por la cual la Iglesia Católica cree que debemos proteger el medio ambiente, que debemos garantizar que todos tengan dignidad y que debemos proteger la vida, porque estos son regalos de Dios que son muy buenos para nosotros.
Valoramos estos regalos. Por lo tanto, con respecto al don de la vida, la Iglesia se opone al suicidio asistido por el Estado, también conocido como pena capital o pena de muerte, así como la Iglesia se opone al suicidio asistido por médicos, lo cual algunos amortiguan llamándolo muerte con dignidad.
Debemos proteger todos los regalos de la vida, porque la vida es muy buena. Como una comunidad solidaria de vecinos involucrados e interdependientes, lamentamos la pérdida de una vida ya sea por suicidio, por suicidio asistido por el estado o por suicidio asistido por un médico. Una comunidad conectada y atenta es, por definición, compasiva, especialmente con aquellos que enfrentan el momento más vulnerable de sus vidas.
Esta compasión no equivale a facilitar el suicidio. Esta compasión no requiere que miremos hacia el otro lado cuando se está considerando el suicidio. Esta compasión no significa que legalicemos el suicidio porque "todos tienen derecho a tomar sus propias decisiones". No, esta compasión requiere que estemos presentes el uno con el otro hasta el final. Todas las vidas son valiosas, significativas y un regalo de Dios, el cual Dios creyó que era muy bueno para nosotros.
Vea los nuevos recursos de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos.